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Ser monitor jesuita

Posted on noviembre 16, 2010 by Jesús Sánchez Camacho

Desde el Colegio San Ignacio de Loyola de Alcalá de Henares, cada viernes,  jóvenes universitarios del Grupo Sal y Luz aportan con esfuerzo e ilusión  granos arenas que conforman una playa esperanzadora. Como monitores cristianos, desde el espíritu de San Ignacio de Loyola, intentan contagiar a los alumnos del Colegio de algo que ellos en su día recibieron. Una hora antes de sus labores pastorales, estos jóvenes se reúnen para seguir alimentando su sed.

Colegio San Ignacio de Loyola, Alcalá de Henares

Los monitores laicos jesuitas del Colegio San Ignacio de Loyola tienen un momento de encuentro todos los viernes a las 16. 00 h, para seguir bebiendo de un agua que en su día probarony dieron el paso decisivo de seguir degustádola. A mí me ha sido otorgado el honor de acompañar a dichos monitores en esta singladura. Por ello, nada mejor que comunicar a los bloggeros en qué consiste el programa de este curso. Y, por qué no: seguir propagando el cristinismo desde una espirtualidad que, en absoluto, ha quedado caduca.

Sigue leyendo →

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El ecumenismo sigue enclaustrado en el laberinto de Babel

Posted on noviembre 21, 2009 by Jesús Sánchez Camacho

El ecumenismo continúa siendo una tarea pendiente para la unidad de las Iglesias cristianas. Tras casi mil años de separación entre la Iglesia de Roma y la Ortodoxa, y medio milenio de la Reforma protestante, el camino del diálogo sigue pareciéndose al de Babel. La vuelta a los inicios del cristianismo y la descentralización romana continua siendo hoy una quimera. 

Inauguración del Consejo Mundial de las Iglesias en 1948, Amsterdam // http://www.wcc-assembly.info

Fue el  Concilio Vaticano II el que impulsó con mayor vigor el ecumenismo; un esfuerzo por encontrar vías de comunión, que nace como respuesta a la división de los seguidores de Jesucristo en distintas Iglesias cristianas. En los albores del cristianismo el pluralismo eclesial era una constante, que quedaba materializado en cinco patriarcados: Jerusalén, Antioquia Alejandría, Constantinopla y Roma. Sin embargo, la uniformidad llegaría con el patriarca Gelasio (siglo V), quien se autoproclama papa en el cristianismo. A partir de ahí, la vida intraeclesial se ha visto perjudicada por la sombra del poder. Sigue leyendo →

Filed under: El Areópago del teólogo | Tagged: Anglicana, Anglicanos, Camacho, católica, católicos, catolicismo, cisma, cristianas, ecuménica, ecumenismo, evangelismo, evnagélicos, Igeslia, Iglesias, Jesús, laberinto ecuménico, Ortodoxa, ortodoxos, Sánchez, separación, Taizé, teología, unidad | 2 Comments »

La Iglesia Católica caza a anglicanos

Posted on octubre 28, 2009 by Jesús Sánchez Camacho

Unos 400.000 miembros de la Iglesia anglicana se van a mudar a la católica. El corte tradicionalista de los conversos y el progresivo avance de los anglicanos ha sido el empuje de este cambio.  Aún no se sabe cómo afectará esta solución a la unidad de las Iglesias cristianas

Rowan Willian, arzobispo de Canterbury

“¿Es necesario que la unidad de las Iglesias cristianas pase por el camino de la conversión?” ha sido una de las cuestiones más resonadas en las aulas de Teología durante esta semana. Y es que numerosos anglicanos de diversas partes del mundo han solicitado a la Santa Sede el ingreso en la Iglesia Católica. Pero detrás de este acontecimiento, otros de los asuntos que más repicaban en la prensa inglesa era “¿estaremos viendo el fin del anglicanismo tras la caza del Vaticano?” E incluso, algunas reflexiones, se atrevían a enjuiciar a base de nombres y apellidos: ¿será la actitud abierta del arzobispo anglicano de Canterbury, Rowan Willians, el que está encaminando a la Iglesia anglicana a su extinción? Sigue leyendo →

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El problema con Lefebvre

Posted on agosto 3, 2009 by Jesús Sánchez Camacho

¿Iglesia cristiana o pseudo-cristiana?

(El lector que no sepa de qué estamos tratando, puede documentarse en http://es.wikipedia.org/wiki/Marcel_Lefebvre,  http://www.cope.es/religion/08-07-09–papa-reorganiza-comision-pontificia-unidad-lefebvrianos-66448-1 y la última entrevista a su líder religioso http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=3934)

 Hace poco, un amigo mjerusalen1e alentó a leer una publicación que lanzaba una entrevista a la actual cabeza de esta organización eclesial. En ella, se vislumbraba esperanza de que la Iglesia romana reabriera el diálogo con esta Iglesia. Tras los errores que se pudieron dar en el seno de la Iglesia romana los pasados meses (fallos reconocidos por el mismo episcopado), Ratzinger pasó la página de la polémica de estos acontecimientos cuando esta asociación decidió, por su cuenta, ordenar a presbíteros en un momento delicado del diálogo. Las dos posturas enfrentadas (Roma e Iglesia de Pío X) congelaron sus relaciones, de modo que la problemática volvió al seno de dónde partió.

              El tiempo de verano, que es un momento inigualable para relajarse, leer en la playa el libro de Jonás y repensar el camino de nuestras vidas, ha hecho mella en la rigidez del discurso de nuestros amigos Lefebvres y, parece ser que, ahora, vuelven a estar dispuestos a dialogar. Aunque, si leemos la entrevista mencionada anteriormente, más que un diálogo, la sensación que dan es la de presentarse a los demás con un monólogo, eludiendo todo tipo de apertura a una autocorrección.

              La problematicidad de este asunto se podría abordar en muchas páginas de modo más profundo. Pero, a mi juicio, tanto los lectores como el que escribe perderían un tiempo muy vigoroso para la construcción del Reino y la preocupación por otros asuntos de mayor calado. Por ello, ahora sólo se va expresar, con ambición sintética, el camino que deberían recorrer estos hermanos si pretenden alcanzar unidad (no uniformidad) en la pluralidad de las Iglesias cristianas. Estos razonamientos que se van a esgrimir pueden ser extrapolados de este acontecimiento y, de igual modo, servir a otras Iglesias que se hayan separado sustancialmente del camino de Jesucristo, que no es otro que una hoja de ruta estrictamente evangélica. Allá van los puntos que deben aceptar para que el cristianismo reconociera al movimiento de Lefreve como una comunidad de Jesús, y no como una secta pseudo-cristiana:

              1.- Supone un craso error que cualquier cristiano de hoy denueste del judaísmo. Tanto la tradición del pensamiento occidental, como la fe cristiana, beben de Israel. Abrahán es nuestro padre en la fe; y su llamada es hoy nuestra llamada. Nuestra raza (cristiana), está vinculada con su raza (judaica). Nosotros somos hijos no sólo de este personaje, sino también de Isaac, de Jacob y de todos que en la Antigua Alianza se han entregado a la voluntad de Yahvé.

               No podemos olvidar lo que decía Pablo en su carta a los Romanos (11, 17, 24): ¡nos nutrimos de la raíz del buen olivo (judíos), en el que han sido injertadas las ramas del olivo  silvestre (gentiles)! Jesús de Nazaret profesó la fe judía y espetó: “No  penséis  que  he  venido  a  abolir  la  Ley  y  los  Profetas.  No  he venido a abolir, sino a dar cumplimiento” (Mt 5, 17-19).  Cualquier comunidad cristiana ha de tener este mismo sentir, que es el del propio Jesús el Cristo (salvador).

               La otra cara del problema de algunos cristianos con el judaísmo es la peligrosa acusación que pueden hacerse dentro de algunos grupúsculos cristianos con vocación, cuando menos, de un nacionalsocialismo a la usanza de Goebbels. Fuertes acusaciones como “los judíos fueron los que acabaron con Jesús” no son más que reminiscencias racistas de políticas hitlerianas. A Jesús le crucificaron y siguen crucificándole aquellos que no aceptan su mensaje salvador.

              2.- Otro error salomónico: volver a los tiempos del Syllabus, ¡regresar a Pío IX! ¿Volver a pensar que la Ilustración y la modernidad es una amenaza para la fe? Sobre este tema ya hemos hablado en este AREÓPAGO (https://pensemosenelareopago.wordpress.com/2009/07/01/ateismo-iii/  ) y creemos que no es preciso incidir mucho más.

              Basta decir sucintamente que hoy, todos los seres humanos, disfrutamos del giro copernicano que el pensamiento dio cuando las nuevas disciplinas franquearon la puerta de salida del periodo medieval: tanto en el humanismo (filosofía, sociología, politología, psicología, teología); como en el empirismo científico (física, matemáticas, biología, medicina, tecnología). De ellas nos servimos en nuestra realidad existencial desde para las cosas más cotidianas (transportarnos en un coche) hasta para las más complejas (transplante de un órgano). Negar esta realidad es caer en una contradicción preocupante, digna de un riguroso estudio psicológico. La fe no tiene por qué ser opuesta a otras vías de conocimiento. Es más, otras vías han conseguido fortalecer el corazón sencillo del que se acerca al Misterio.

              3.- Otro error garrafal es volver a una teología cosificante y cosificadora del Misterio, que quede materializada en una liturgia tridentina. Con personajes como Lutero, Juan de la Cruz, Teresa de Jesús, Heidegger, Barth, Guardini, Buber, Marcuse, Juan XIII y Pablo VI hemos superado una visión de la realidad superficial, anquilosada en Aristóteles, Tomás de Aquino y en los jesuitas neoescolásticos del XVIII . ¡¿La intrínseca unidad se da solo entre ente y ser!?  Entonces, ¡¿Donde dejamos nuestra existencia?! El ser humano es un peregrino que desea encontrar una ciudad llamada Verdad,  pero para pernoctar en ella (desde su existencia) y no ver su panorámica desde una avioneta (fuera de ella), como si fuera algo aislado a la experiencia del visitante que quiere alojarse no, precisamente, en el suburbio de la metrópoli.

              Asentado este principio, la celebración de la fe o la liturgia ha de ser una expresión directa del corazón (revisar la teología de Jeremías). La expresión de una fe que está aislada de las dimensiones existenciales del hombre (cuerpo, sentimientos y razón) se eclipsa en un teatro o una parafernalia farisaica. Asimismo, el hombre de nuestro tiempo tiene una forma distinta de experimentar sus angustias, fracasos, emociones, esperanzas, jovialidades y, por tanto, sentimientos espirituales. Antes no existían ni los mismos instrumentos musicales, ni vestidos como los de hoy, ni la simbología artística era la misma. Por ello, la fe de hoy, en su última expresión, nunca podrá ser como la de ayer.

              Es importante que estas palabras calen en una reflexión serena. A veces, el problema de la celebración se minimiza aludiendo a la lengua en la que se celebra, vestidos de los ministros y demás asistentes, música, expresión artística, etc. Sin embargo, desgradaciadamente, como se ha explicado, el problema no goza de dicha nimiedad; puesto que es mucho más profundo. El pulso entre vivir o presenciar una celebración comunitaria es algo que las Iglesias deberían meditar reposadamente.

              4.- El respeto hacia otras religiones y la ansiada unidad en la pluralidad eclesial (ecumenismo) es una condición siene qua non para caminar según la hoja de ruta de Jesús de Nazaret. Pablo nos lo ratificaría en Ef 2. Si una familia está rota: ¿quién osaría no promover la reconciliación de cada uno de sus miembros? La misión no es sencilla, pues cada hermano tiene sus genes  iguales (se supone) pero no sus adherencias e impacto histórico adquirido. Por lo tanto, cada uno de ellos, como han fraguado su personalidad de modo distinto, si tuvieran que reencontrarse y vivir en un mismo domicilio, no todos serían capaces de convivir con la misma facilidad. ¿Qué se propone desde este AREÓPAGO? Que cada hermano se hiciera un análisis y comprobase si el ADN  de cada uno es el original. Puede que no lo sea y que los genes hayan sido variados, debido a un misterioso analgésico que ha trastocado todo.

              En palabras más explicitas, hemos llegado al punto más elemental, por el que podemos razonar si una comunidad es o no cristiana. El ADN, como bien deducirá el lector, es el Evangelio. Podríamos enumerar un sinfín de casos en los que muchas Iglesias han violado el mensaje originario de Jesús, de modo que el mal se ha topado vigorosamente en ellas. ¡A cuántos casos, históricamente graves, hemos asistido en los que la Iglesia sólo ha tenido de cristiano su propio nombre!

              En síntesis, el criterio más elemental para deducir si una comunidad es o no cristiana es examinarla según el molde o perfil de Jesús. Un exámen que debe regirse sólo por una solidez argumentativa fundada en el Evangelio. Si su mensaje ha quedado trivializado, ¡el tiempo apremia!, ¡es hora de replegar las velas y desandar lo andado!

            Nada mejor que acabar con la intuición del poeta: “Para dialogar, preguntad, primero; después… escuchad” (Machado).

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El encuentro de Descartes con Pascal joven II

Posted on abril 15, 2009 by Jesús Sánchez Camacho

              (Recomendación: leer la primera parte de la crítica)

               Decir que Descartes era una diáfana insignia del conocimiento empírico; y encuadrar a Pascal como un apocalíptico, que vislumbraba en el saber científico el fatalismo más brutal de la historia, es un error que adolece de rigor.

                Ciertamente, la figura de Descartes no está mal catalogada por El encuentro de Descartes con Pascal joven. Este filósofo, a pesar de ser un hombre ofuscado por cualquier argumento procedente del intelecto, no podía observar con fervor a la Iglesia de aquel instante, que interpretaba su pensamiento con lupa amenazante. Pero sin embargo, Descartes sí era un hombre de fe. Su razonamiento sería: pienso en Dios, luego existe. A la Iglesia de aquel tiempo le hubiera bastado con redescubrir las palabras de Anselmo para no condenarlo (“Creo para entender y entiendo para creer”).

              Eso sí, hubiera sido prudente alertar a este pensador que a través del gran utensilio de la razón no podemos alcanzar la verdad en su plena manifestación. Y esto es exactamente lo que Pascal le recrimina al reconocido filósofo de La Haye. El peligro de caer en un pelagianismo -siglo V-, que asegura la salvación a través de la libertad y las obras humanas, es una tentación que los jesuitas padecieron en el siglo XVII -controversia De Auxiliis– y que se manifiesta en Descartes como hijo fiel del pensamiento jesuítico.

               Desde la otra orilla, ante el extravagante impulso que estaba tomando el conocimiento científico, que a veces se proponía desmentir las verdades espirituales, resulta lógico que figuras con espíritus pascalianos se asomasen al areópago de aquel tiempo. Pascal experimenta una etapa intelectual en la que no renuncia a todos los intereses matemáticos, catalogándolos de mundanales, sino que mira a sus actividades científicas desde una nueva luz, como parte de su servicio a Dios. Y desde ahí comienza a escudriñar su corazón y a verbalizarlo en formas teológicas.

               Este intelectual, que circulaba a veces por la comunidad de Port-Royal, corazón para los jansenistas -círculo católico cercano al protestantismo-, era, como los dominicos de su época, un ferviente defensor de ideas latentes en Agustín y Lutero, que subrayan la necesidad de la gracia por encima de las obras. El problema que entraña esta doctrina es cuando se lleva hasta sus últimas consecuencias, hasta el punto de pisar la franja en la que se enajena la libertad, la razón y la autonomía del género humano. ¡¿No son acaso estas cualidades creadas a imagen de Dios?!

              En estos siglos postridentinos existe una errónea pugna entre ciencia y fe, autonomía y gracia, libertad y soberanía divina. Las terminologías filosóficas violentaron el contenido de las Escrituras (Rm 3, 9-21; Gál 2, 15-21; 2 Cor 5, 17; Sant 2, 14-16), pues parecía que el Espíritu se cosificaba para fusionarse en el interior del hombre. Pero con la llegada de Sertillanges, Rahner y, por ende, el Concilio Vaticano II (DV 5; LG 3, 9, 14; GS 10, 38) se introducen categorías personalistas donde los antagonismos expuestos se derrumban por su propio peso.  Con este giro copernicano ya  no habrá oposición entre libertad y gracia, ciencia y fe, creador y criatura, teología y filosofía, siempre y cuando estas dimensiones queden imbricadas de modo armonioso, y unas no interfieran en el camino de las otras. Lástima que los promotores de El Encuentro de Descartes con Pascal joven  no tengan ningún interés en mostrar el capítulo de esta parte de la historia.

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El encuentro de Descartes con Pascal joven I

Posted on abril 6, 2009 by Jesús Sánchez Camacho

              (Primera parte de la crítica)

                 Hace ya un par de meses que, con unos amigos, me dirigí al Teatro Español para contemplar El encuentro de Descartes con Pascal jóven. Esta obra, esgrimida por el dramaturgo Jean-Claude Brisville e interpretada por Josep-María Flotats y Albert Triola, ponía en escena el supuesto encuentro de ambos pensadores. La explosiva imaginación del guionista presumía recopilar la obra de sendos filósofos.

                Soportando palabras soeces de un amigo que, en tono amenazante, prometía no fiarse más de mí a la hora de sugerir una obra e ignorando los ronquidos de una amiga, que al final me preguntó si Pascal era el de la derecha o el de la izquierda, intenté dilucidar aquello que quería transmitir la obra, a través de los emblemáticos perfiles de estos filósofos.

                En la edad y comportamiento de los asistentes se interpretaba cultura y modernismo. En la edad y conducta de mis amigos pre periodistas, a quienes no aprecio poco, se descifraba desconocimiento y pos modernismo. No obstante, aceptemos como lícito ignorar la andadura de estos pensadores, pues recuerdo estudiar a Descartes en mi etapa de LOGSE y ¡de aquella manera!; no precisamente por la falta de entusiasmo del profesor que nos relataba las anormalidades de un filósofo, obsesionado por encontrar el alma  en su glándula pineal…

              La excesiva y puede que poco rumiada hermenéutica del pensamiento de Pascal y las ganas ociosas de jarana de un auditorio entrado en canas y calvicies, hacían que la figura de esta personalidad no sólo fuera inservible para el hombre de hoy, sino irrisoria y esquizofrénica para el renacentista de aquel tiempo.

              La estructura de la obra era una rueda que daba vueltas y vueltas a la misma idea: mientras Descartes, encomiablemente sarcástico, proponía la libertad y la razón por encima del dogmatismo; Pascal, de un modo gregario, planteaba virulentamente que la Revelación y la Gracia andaban por encima de la razón, con un objetivo clarividente y unívoco: que su apología hiciera que Descartes tirase la  toalla. Es decir, que repudiase el conocimiento científico que se empezaba a fraguar en aquellos prolegómenos de la modernidad.

               ¡Qué demagogia y reduccionismo esclavizar el pensamiento de ambos filósofos en aquel argumento! La atmósfera que pululaba en el teatro contagiaba a veces mi visión de la obra y me impulsaba a colaborar con las polifónicas carcajadas de los asistentes. Porque el personaje que encarnaba Pascal era tan dogmático y dementemente arrojado a una vacua fe, que era difícil no caer en la tentación de castigarlo salpicando risotadas que, en aquella ocasión, suponía mayor punición que un desaforado abucheo. 

                (Recomendación: leer segunda parte de la crítica)

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Dios viene a nuestro encuentro

Posted on marzo 25, 2009 by Jesús Sánchez Camacho

Deja que la historia te acaricie el corazón

                 Si tuviera que aconsejar este libro a algún amigo y me pidiera que se lo reseñase, sólo expresaría estas  palabras: “Amigo, deja que la historia te acaricie el corazón”. Y es que la historia tiene mucho que contarnos. José María Avendaño, presbítero que saca teología de donde uno menos se lo espera, cree que en la historia particular de cada ser humano es dónde Dios pone sus raíces con mayor raigambre.

               En este último libro, dividido en tres secciones, encontramos fragmentos que encienden de esperanza el corazón, incluso al que lo tiene más petrificado. La primera parte de la obra, Dios en el espesor de la vida, desglosa experiencias personales del presbítero donde ha visto hondas huellas de Dios. Los olvidados por nuestra sociedad convencional cobran un hermoso papel en un escenario que atesora acontecimientos, donde se pone de relieve la bondad del hombre honesto. La vulnerabilidad de algunos hechos lanza destellos de luces que apuntan hacia misericordia cristiana.

               Dios va al encuentro de muchos anónimos que son indudablemente santos, aunque no sean reconocidos como tales. Pero igual que el Espíritu se ha comunicado a ignorados, también lo ha hecho con otros que han aportado color a la Iglesia. José María desempolva diez testimonios, que han curtido una comunicación tan interpersonal con la Trinidad, que son verdaderos referentes para aquellos que nos aventuramos en la búsqueda del Misterio.

               Ecos de oración materializada en poesía se nos presenta en el último tramo de la obra. Pequeños esbozos reflexivos pueden servirnos de gran ayuda en el momento del día que más necesitamos de nuestro Amigo. Esta obra puede despertar la holganza espiritual de los que, incrustados en la sociedad de hoy, nos cuesta percibir que la Verdad llama diariamente a los portones de nuestro ser. ¡Alcemos, pues, los dinteles! Y dejemos que este libro actualice nuestra visión de la Sagrada Escritura, hoja de ruta para todo aquel que quiera amar de modo asimétrico, dejando que la historia te acaricie el corazón.

Filed under: El Areópago del teólogo | Tagged: Avendaño, Diócesis Getafe, Dios viene a nuestro encuentro, espiritualidad, Jesús Camacho, Jesús Sánchez Camacho, José María Avendaño, Narcea, teología | Leave a comment »

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